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ROJOYNEGRO

ALLENDE VIVE

PRESIDENTE ALLENDE

El otro 11 de sePtiembre

11 de septiembre de 1973

Santiago de Chile

Un hombre honesto:

Salvador Allende, elegido en forma democratica por su pueblo el año 1970.
Murío heroicamente, defendiendo el palacio de gobierno el 11 de septiembre de 1973.

La trampa

Por valija diplomática llegan los verdes billetes que financian huelgas y sabotajes y cataratas de mentiras. Los empresarios paralizan a Chile y le niegan alimentos. No hay más mercado que el mercado negro. Largas colas hace la gente en busca de un paquete de cigarrillos o un kilo de azúcar; conseguir carne o aceite requiere un milagro de la Virgen María Santísima. La Democracia Cristiana y el diario «El Mercurio» dicen pestes del gobierno y exigen a gritos el cuartelazo redentor, que ya es hora de acabar con esta tiranía roja; les hacen eco otros diarios y revistas y radios y canales de televisión. Al gobierno le cuesta moverse; jueces y parlamentarios le ponen palos en las ruedas, mientras conspiran en los cuarteles los jefes militares que Allende cree leales.

En estos tiempos difíciles, los trabajadores están descubriendo los secretos de la economía. Están aprendiendo que no es imposible producir sin patrones, ni abastecerse sin mercaderes. Pero la multitud obrera marcha sin armas, vacías las manos, por este camino de su libertad.

Desde el horizonte vienen unos cuantos buques de guerra de los Estados Unidos, y se exhiben ante las costas chilenas. Y el golpe militar, tan anunciado, ocurre.

Tomada de la trilogía Memoria del fuego del escritor uruguayo Eduardo Galeano


 

domingo 16 de septiembre de 2007

A 34 AÑOS DEL GOLPE MILITAR EN CHILE: EL PRIMER 11 DE SEPTIEMBRE SIN PINOCHET, Y CON MUCHO DESCONTENTO POPULAR

ARTICULO ENVIADO POR KOBA













A 34 años del criminal Golpe Militar encabezado por Augusto Pinochet, que puso fin al gobierno popular de Salvador Allende e impuso a sangre y a fuego el Capitalismo Neoliberal en Chile, el pueblo chileno conmemoró un año más de este triste acontecimiento. La tónica de este año estuvo marcada por hechos de inusitada violencia en los barrios populares de Santiago, en los cuales, hay que decirlo, se mezcló la legítima protesta popular con las acciones delictuales del lúmpen, lo que provocó actos que poco tienen que ver con las legítimas demandas populares, perjudicando bienes e intereses del pueblo, como pequeños negocios y almacenes que fueron saqueados. Pero también hay que decir que el gobierno contribuyó a crear este clima de violencia, al acordonar con efectivos policiales todo el centro de Santiago y reprimir de manera draconiana a las organizaciones populares que se manifestaban de manera pacífica. En tal contexto, un funcionario de la policía fue muerto en un enfrentamiento nocturno.

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Las conmemoraciones populares por un aniversario más del golpe fascista comenzaron el día domingo 9 de septiembre con la tradicional marcha en recuerdo de los mártires populares caídos, que recorre el centro de Santiago hasta concluir en el Cementerio General. La marcha de este año tuvo como uno de sus principales hitos la prohibición del gobierno, hecha efectiva por numerosos y prepotentes efectivos policiales, de que la marcha pasar por al lado de La Moneda (el palacio de gobierno) y así se le rindiera el homenaje al Presidente Allende, muerto en ese lugar. Como la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos intentara traspasar el cerco policial en torno al edificio de gobierno, fueron salvajemente reprimidas y arrestadas. Aún así, la marcha continuó su trayecto hasta el Cementerio, en donde se realizaron dos actos paralelos: uno, ante el Memorial de los caídos, en donde participaron los mismos adherentes del gobierno que ordena reprimir al pueblo y sus aliados; en el otro acto, se juntaron ante la tumba del mártir revolucionario Miguel Enríquez, quien cayera combatiendo armado al fascismo, los izquierdistas antineoliberales y revolucionarios. Ese día se produjeron pequeños incidentes a la salida del Cementerio, protagonizados por grupos anarquistas que fueron rápida y salvajemente reprimidos por la policía y sus vehículos blindados.

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Los actos continuaron el día 11, a pesar de la amenaza del gobierno de los falsos socialistas de que ordenarían reprimir cualquier movilización masiva. Aún así, muchos grupos, aunque por separado y fuertemente vigilados por la policía, rindieron homenaje al Presidente Allende ante su estatua levantada frente al Palacio de Gobierno.

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Al concluir la tarde se produjeron pequeñas escaramuzas entre manifestantes y la policía, provocadas por la orden que tenían estos últimos de atacar cualquier protesta que pudiera surgir. Así es como la policía empañó el homenaje popular que se le rendía al folklorista Víctor Jara frente al Estadio que hoy en día lleva su nombre y en donde fue acribillado.

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Pero al pasar las horas la aparente tranquilidad vespertina que se vivía en Santiago dio paso a una violentísima jornada nocturna en los barrios de la periferia popular de la capital chilena. El clima de por sí ya era tenso, con calles desiertas ya que muchos trabajadores fueron autorizados a regresar antes a sus hogares. A eso de las 20:00 horas comenzaron a aparecer los primeros grupos de pobladores que comenzaron a prender fogatas o barricadas que entorpecían el tráfico, a lanzar “cadenazos” al tendido eléctrico para interrumpir el suministro de energía y a enfrentarse con la policía. Cuando el reloj marcaba ya las 23:00 horas, las poblaciones populares prácticamente ardían: en las comunas de La Florida, Peñalolén, La Pintana, San Bernardo, Lo Espejo, Cerro Navia, San Joaquín, Recoleta, Huechuraba, Conchalí, Pedro Aguirre Cerda, Estación Central, Pudahuel y en otras, se vivían violentos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Poco a poco, las legítimas acciones de protesta popular cedieron su lugar a los actos de delincuencia pura y dura, sin ninguna motivación política o social, como el saqueo de pequeños negocios, de casas y hasta de colegios, la quema de automóviles, y las piedras fueron reemplazadas por las balas, ya que muchos manifestantes comenzaron a disparar en contra de la policía. En tal situación, un policía, el cabo 1º Cristián Vera recibió un balazo en la cabeza que lo mataría pocas horas después. Los violentos incidentes nocturnos continuaron hasta más o menos las 03:00 de la madrugada, cuando comenzaron a perder intensidad. Al amanecer, el orden burgués había sido totalmente reestablecido, y sólo quedaban los rastros humeantes de la agitada noche santiaguina. En otras ciudades de Chile, como Valparaíso, Concepción y Valdivia también se vivieron incidentes, pero no alcanzaron la magnitud de los ocurridos en la capital.

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La reacción de las autoridades políticas no se hizo esperar, ni debe sorprendernos: montaron en cólera y amenazan con las penas del infierno a los que estén involucrados en estas acciones. Se exigió la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado, el resabio fascista de la dictadura de Pinochet que mantiene a decenas de luchadores mapuches en las mazmorras del capitalismo (y después la gorda Bachelet se da el lujo de decir en Europa que en Chile no hay presos políticos). En fin, se busca criminalizar a toda protesta popular. Además, todo el aparataje comunicacional de la institucionalidad capitalista se esmeró en presentar al policía muerto como un verdadero héroe, como un buen esposo, como un ejemplar padre de familia. ¡Qué lástima entonces, habiendo tanto policía criminal, prepotente y matón (como los que asesinaron al obrero Rodrigo Cisterna hace pocas semanas) y justo un “paco” bueno es el que se murió.

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Y como en Chile si no se pueden encontrar a los culpables, los inventan, a las pocas horas encarcelaron a un muchacho acusado de ser quien disparó al policía fallecido. Curioso que se diga que ya se tiene al responsable si en los incidentes que rodearon a la muerte del funcionario policial participaron alrededor de 300 personas y muchas de ellas portaban armas y dispararon contra la policía. Pero en este país las cosas raras, aquellas que no ocurren en ningún país medianamente democrático, ocurren cotidianamente. Resulta que acá en Chile hay ciudadanos de primera y segunda categoría, ya que los militares y policías son una casta dentro de la sociedad chilena, y poseen sus propios tribunales y jueces que poseen competencia para juzgar todas sus actuaciones y las que los involucren directamente. Así tenemos que el joven acusado de matar al carabinero será juzgado por los mismos compañeros de armas del difunto. ¿Cómo puede haber un mínimo de imparcialidad, un ápice siquiera de debido proceso en un juicio así?

Los hechos hablan por sí mismos acerca de la “justicia” que emana de los tribunales militares: un juez militar tiene en libertad a todos los policías que participaron del asesinato de Rodrigo Cisterna, obrero forestal muerto durante una huelga.

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La Presidenta Bachelet hasta se dio el tiempo de entregar personalmente las condolencias a la familia del policía muerto, de asistir a sus funerales y de prometer el mantenimiento de los hijos del difunto. Nos hubiese gustado que hiciera lo mismo cuando la policía asesino al compañero Rodrigo Cisterna por luchar por un sueldo digno. No, en esa ocasión todos los sinvergüenzas del gobierno, todos los fascistas de la Derecha y todos los medios de comunicación se hicieron los desentendidos y esperaron que los días pasaran para “enterrar” la noticia.

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Analizando a fondo la violenta jornada del 11, debemos advertir ciertas situaciones, especialmente como el actuar de delincuentes comunes y de narcotraficantes empañan la legítima protesta del pueblo. Es obvio que no se pueden aplaudir ni saludar acciones que sólo buscan dañar al pueblo y que no poseen ninguna motivación política, como son los saqueos. También es preocupante ver como los narcotraficantes poseen un mortífero poder de fuego, ya que muchas de las armas utilizadas por el lúmpen durante loa noche del 11 de septiembre pertenecen a ellos. El problema es que estas armas no están al servicio de la lucha revolucionaria, sino que al servicio del flagelo de la drogadicción que está embruteciendo al pueblo.

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Pero no hay que ser excesivos en criticar la violencia de los sectores populares. En muchos barrios populares el origen de la violencia provino de la actitud provocadora de la policía, ante lo cual el pueblo debió defenderse. Y además, que en muchas poblaciones, quizás en la mayoría había cierta conciencia revolucionaria, cierto, bastante embrionaria, pero conciencia al fin y al cabo. Una conciencia revolucionaria embrionaria y condicionada por las precarias condiciones de vida en la que viven estos sectores populares, muchas veces los llevan a acciones inconsistentes, pero que al fin y al cabo son de rebeldía. Ellos saben que el sistema social que los margina y empobrece es su enemigo, que la policía los reprime y por eso la odian. Entonces, es tarea de los revolucionarios guiar y orientar estas muestras de rebeldía por un cauce efectivo y revolucionario.

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Las organizaciones auténticamente revolucionarias que se agruparon en la Coordinadora por la Protesta Popular han criticado tanto a la represión policial impuesta por el gobierno como al lúmpen y a los narcotraficantes que se aprovechan de estas fechas para delinquir, y que muchas veces sirven a los propósitos políticos del gobierno, que se aprovecha de las acciones delictuales de sectores específicos para criminalizar toda protesta popular. Así mismo han señalado el hecho innegable a estas alturas que la amplitud alcanzada por las protestas del día 11 de septiembre (que fueron mucho mayores que las de otros años) son una muestra más del descontento popular contra este sistema de explotación que es el Capitalismo Neoliberal.

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DESDE CHILE SE SIGUE LUCHANDO POR LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO.

CONTRA LOS SINVERGUENZAS Y CRIMINALES NEOLIBERALES DE LA CONCERTACIÓN Y LA DERECHA,

REBELIÓN POPULAR CONSCIENTE Y ORGANIZADA.

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VIVA LATINOAMÉRICA LIBRE, SOBERANA Y SOCIALISTA.

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Saludos revolucionarios desde Santiago de Chile.

KOBA